Ese humilde cactus tan lleno de espinas tan pobre a la vista que nadie se arrima, casi no precisa que le viertan agua porque se refresca con su propia savia.
Está en un rincón muy junto a la verja casi no se nota su triste existencia, todos entran salen y no lo registran no es nardo,ni rosa,ni clavel, ni hortensia.
Un día me asomo desde mi ventana y observo el jardín con todas mis ganas cuál es mi asombro una hermosa flor hay en mi cantero, un bello color.
El cactus humilde cubierto de espinas puede dar su flor, tan suave tan fina, me froto los ojos, no puedo creerlo, mas cuando amanece como con rubor se cierran los pétalos de su hermosa flor.